jueves, 31 de octubre de 2013

Conferencia del P. Teótimo

Os ofrecemos una conferencia del P. Teóimo (coordinador de la pastoral en lengua española del santuario de Ntra. Sra. de Lourdes) sobre la labor del hospitalario.



VOLUNTARIADO CRISTIANO HOSPITALARIO
- CONGRESO de SALAMANCA -

"Peregrino al servicio de los peregrinos"

Introducción
El voluntariado es un tema de actualidad, quizás porque es el medio por el que se están resolviendo muchos problemas de orden social, cultural y humanitario, que las instituciones no llegan, o llegan  tarde, a resolver.
El de Lourdes es un voluntariado especial y característico, vario y diversificado. Aquí quiero referirme únicamente al voluntariado de la Hospitalidad Nuestra Señora de Lourdes, englobando a todos cuantos sirven en las Hospitalidades, tengan o no tengan hecho el compromiso oficial con la Hospitalidad.
En el artículo 1º de los Estatutos generales de la Hospitalidad Nuestra Señora de Lourdes se dice: “La Hospitalidad es una asociación de fieles de Cristo que trabajan como voluntarios.”
 = Fieles de Cristo, o sea cristianos, y voluntarios:
Este principio ayudará a captar mejor el sentido de cuanto diré a continuación. Un principio, por otra parte, que debería ser la clave para el buen funcionamiento de toda Hospitalidad.
Desde las primeras apariciones existió el servicio voluntario en Lourdes. Bernardita fue siempre a la Gruta acompañada. La acompañaban, le abrían camino, le hacían sitio. Luego, en las peregrinaciones organizadas con peregrinos sanos, empezaron a ir a Lourdes peregrinos enfermos, cada vez más numerosos y cada vez de más lejos. Había que trasladarlos y alojarlos en algún sitio. Surgieron enseguida voluntarios que se prestaron a ayudarlos. Pero pronto se hizo necesaria una organización. Así, en 1880, nació la Hospitalidad Ntra. Sra. de la Salud y, cinco años más tarde, La Hospitalidad Ntra. Sra. de Lourdes.
Un voluntario de la Hospitalidad, es decir, un Hospitalario, es un peregrino de Lourdes; un peregrino que, habiendo vivido esta experiencia, quiere compartirla con otros.
Un hospitalario es un peregrino activo, un peregrino comprometido en el servicio de otros peregrinos de Lourdes. Comprometido particularmente en el servicio a los más necesitados: enfermos, discapacitados, o de edad avanzada. Servicio, tanto en el acompañamiento como en la acogida.
1. El voluntario cristiano
El voluntario cristiano es la persona que inspirándose en la fe y movida por el amor al prójimo, se compromete a destinar, de modo estable, un tiempo liberado, en unión con otras personas, a prestar un servicio gratuito en algún campo de la pobreza, de la marginación o del sufrimiento. El voluntario cristiano posee una motivación fundamental: Ve en el necesitado a un hermano, experimenta ante él los mismos sentimientos que Cristo y llega a ver en él al propio Cristo. “Lo que hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40).
A esta actitud fundamental hemos de añadir unos cuantos requisitos que la convalidan en la práctica, humana y técnicamente:
- Motivación interior, libre, sin condicionamientos ni coacciones.
- Sentido de la responsabilidad frente al compromiso asumido.
- Aptitudes de equilibrio y madurez, adecuadas al servicio.
- Preparación apropiada para hacer frente a la variedad de situaciones y problemas.
- Tiempo libre suficiente para cumplir con el compromiso adquirido.
- Actitudes positivas hacia las personas o grupos que ha de atender.
- Cualidades humanas, como discreción, espíritu de servicio, comprensión y respeto, sentido de la acogida y la escucha, capacidad de trabajo, aceptación de las propias limitaciones, saber consultar, sentido del secreto profesional…
2. El voluntariado, un servicio
La larga tradición del servicio voluntario en la Iglesia se inspira en Cristo, el voluntario por excelencia, que dice: “No he venido a ser servido, sino a servir” (Mt 20,28).
En esta expresión de Cristo, desgranada en múltiples gestos, se revela la fuente de todo voluntariado cristiano. En Cristo, el voluntario descubre, ante todo, su vocación cristina, que consiste en tener los mismos sentimientos y actitudes de Cristo (Fil 2,5), y en configurar su vida según el dinamismo del amor: “En esto conocerán que sois mis discípulos” (Jn 13,35).
En esta fuente se inspiran quienes conciben y orientan su vida como servicio. Para unos será una vida entera; en otros impregnará el ejercicio de su actividad profesional; para otros será una opción de voluntariado compatible con otras ocupaciones.
Uno de los pasajes más entrañables de la encíclica del Papa Benedicto XVI “Dios es amor”, está en los párrafos que dedica al voluntariado. “Un fenómeno importante de nuestro tiempo, dice, es el nacimiento y difusión de muchas formas de voluntariado, que se hacen cargo de múltiples servicios. A este propósito, quisiera dirigir  una palabra especial de aprecio y gratitud a todos los que participan de diversos modos en estas actividades. Esta labor es una escuela de vida para los jóvenes, que educa a la solidaridad y a estar disponibles para dar no solo algo, sino a sí mismos. De este modo, frente a la anticultura de la muerte, se contrapone el amor, que no se busca a sí mismo, sino que precisamente en la disponibilidad a “perderse a sí mismo” (Lc 17, 33) a favor del otro, se manifiesta como cultura de la vida (nº 30).
Para el cristiano, el servicio del voluntariado no es un añadido a su vida de creyente, sino una respuesta coherente con los compromisos bautismales, una invitación que espolea a testimoniar la fe, la esperanza y la caridad.

Notas características del voluntario cristiano = Hospitalario de Lourdes

Son como el cuadro o la imagen que debe reflejarse en el ser y en el obrar del voluntario en el servicio de la Hospitalidad.
1) Un servicio por vocación
El voluntariado es connatural a la vocación cristiana y a nuestro compromiso bautismal de seguir a Cristo.
Jesús nos dice (Jn 15,16): “No me elegisteis vosotros a mí, fui yo quien os elegí a vosotros y os destiné a que vayais y deis fruto y vuestro fruto dure”.
Según esto, en la vocación al voluntariado, como en toda vocación de Iglesia, hemos de tener en cuenta:
- Que la iniciativa viene de Dios y que, por nuestra parte, debemos darle acogida y respuesta. Dios irrumpe en nuestra vida con la exigencia que solo Él puede imponer.
- Que esa llamada exige un cambio de nuestros planes de vida e, incluso una ruptura, para entrar en los planes de Dios. Romper, que significa, ante todo, cambiar nuestra escala de valores.
- Nuestra vida entra en una nueva dimensión, de la que recibe una luz y una fuerza nuevas: “el otro mundo”, que le dijo la Señora a Bernardita.
- Que, al igual que toda otra vocación, también ésta debemos apreciarla, cuidarla y preservarla, tratando de ser fieles a ella.
Todos estos componentes de la vocación están presentes en la llamada de la Señora a Bernardita. Sin saber todavía quién es, en la 3ª aparición oye que le dice: “¿Quiere usted hacerme el favor de venir aquí durante quince días?” Algo inesperado para Bernardita en la expresión y en el contenido. Bernardita responde afirmativamente, llena de disponibilidad y confianza. Recordemos a María, en el Misterio de la Anunciación, su actitud y su respuesta (Lc 1, 26-38).
2) Un servicio en gratuidad
La gratuidad es una nota característica que envuelve todo lo que es el voluntariado. La comunidad cristiana encuentra la motivación para la caridad en el amor de Cristo, en que Él nos amó primero. Ese amor es la norma suprema de nuestra moralidad.
“Amaos unos a otros como yo os he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.” (Jn 15,12)
“Gratis habéis recibido, dad gratis” (Mt 10,8).
Nuestra existencia es un “don recibido”. Somos don de Dios en orden a ser don para los demás.
La expresión de Tagore: “La vida se nos dio y la merecemos dándola”, y las palabras que San Pablo atribuye al Señor: “Hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20,35), son como una descripción lapidaria de la gratuidad del voluntariado: Dar porque hemos recibido, y encontrar en ello la verdadera alegría.
Dar a los que no nos pueden devolver. Los genuinos destinatarios del servicio voluntario son los que no pueden devolver nada a cambio. Porque un voluntario no busca ni un salario, ni un regalo, ni una recompensa, ni un reconocimiento o prestigio.
La parábola del criado, en las recomendaciones de Jesús a los discípulos, termina así: “Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: Somos unos pobres siervos; hemos hecho lo que teníamos que hacer” (Lc 17,10).
Bernardita Soubirous expresa la gratuidad de su vocación diciendo: “La Señora me escogió porque era la más pobre y la más ignorante”; y reconoce la gratuidad de su servicio comparándose con la escoba, que, una vez usada, se guarda detrás de la puerta.
3) Un servicio en compasión
La acción voluntaria arranca de la capacidad que Dios ha dado a toda persona de “conmoverse” ante la adversidad ajena, de solidarizarse con el que sufre, es decir, "padecer con" y, en consecuencia, de prestarle una ayuda.
El creyente encuentra la fuente, el modelo y la motivación para compadecerse, en Dios mismo. Ya en el Antiguo Testamento Dios se llama a sí mismo Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso” (Ex 34,6).
Para el autor de la Carta a los Hebreos, la compasión hacia los hombres, sus hermanos, es el motivo de la Encarnación del Hijo de Dios. "Tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote compasivo". (Heb 2,17) Así es como la misericordia y la compasión de Dios se manifiestan definitivamente en Jesucristo:
Los evangelistas insisten en el hecho de que Jesús, viendo a las gentes, se compadecía de ellas y les anunciaba la buena Noticia, les enseñaba, curaba a los enfermos y expulsaba a los demonios. (Mt 9,36;  Mc 6,34)
El mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma del año 2006 llevaba como título estas palabras del Evangelio: “Al ver Jesús a las gentes se compadecía de ellas” (Mt 9,36).
Por seis veces hace referencia el Papa a la “mirada” conmovida de Cristo, que se detiene sobre las personas y las multitudes. Nuestra “mirada compasiva” debe, pues, asemejarse a la de Cristo.
El samaritano de la parábola, viendo al herido al borde del camino, tuvo lástima, se compadeció y obró en consecuencia.
“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo” (Lc 6,36)
Bernardita aprendió en la Gruta, de la mirada de la Señora, la actitud amorosa y compasiva.  Actitud la manifestó hacia los pobres y los enfermos de Lourdes, primero, y, luego en Nevers, con las Hermanas, que  darán después testimonio de su dulzura y caridad, de su sonrisa y sus palabras agradables, de su delicadeza y alegría, de su amabilidad, de su compasión.
Una figura, que no aparece en los Evangelios, pero que recordamos en el Víacrucis, es la Verónica. A la vista de Jesús, se compadeció y, superando todos los obstáculos, con su gesto compasivo, le devolvió el rostro humano cuya apariencia había perdido.
4) Un servicio en comunidad
El voluntariado cristino, desde los comienzos de la Iglesia, nace y se desarrolla en el marco de un grupo, de una comunidad. Por lo general, no es obra de francotiradores. La pertenencia a una asociación, a una comunidad, predispone a un estilo radical de servicio y a evitar que la acción voluntaria sea una justificación del individualismo, aunque sea religioso. La comunidad, el grupo, (la Hospitalidad) acompañan al voluntario y lo ayudan a mantener una actitud realista y crítica, partiendo de los criterios evangélicos. Comunidad de voluntarios, voluntarios es comunidad, podría ser un buen lema para todo esto.
La comunidad es, desde los Apóstoles, la destinataria del mandato del Señor de anunciar la Palabra y de curar; así como es también la destinataria de los dones y carismas que el Espíritu distribuye para la edificación común, como explica San Pablo escribiendo a los Corintios. (1Co 12,4). Así pues, el voluntario cristiano ha de ser siempre expresión de la comunidad. La comunidad es, ante todo, la Iglesia, tanto universal como local. Pero es también la parroquia, la asociación (la Hospitalidad) o el grupo en que el voluntario está integrado directamente.
Ahora bien, el voluntariado asumido por la comunidad debe estar dotado de una organización eficaz y contar con unos animadores idóneos.
5) Formación necesaria
El voluntariado no se improvisa, no se debe improvisar. Por eso se impone, por parte de la comunidad, la seria e ineludible tarea de la formación.
Y no se trata de una formación académica o de especialistas. Se trata de tomar conciencia de todo lo que venimos llamando las características del servicio voluntario. Además de tener un sentido cristiano de la vida, una formación religiosa y moral suficiente, en el caso de los Hospitalarios de Lourdes conviene tener un conocimiento del sentido de la peregrinación, de la historia de las Apariciones de la Virgen y del Mensaje de Lourdes.
En el tema de la formación podemos subrayar dos aspectos:
- La consideración hacia las personas a quienes servimos. Esas personas tienen derecho a que el voluntario ponga a su disposición todas sus capacidades, entre ellas una preparación que haga más eficaz su servicio.
- El carácter permanente de la formación. En ninguna materia se aprende todo de una vez, pero menos en humanidad y en el trato con las personas.
Por lo que respecta al formador, en este tema no se trata de un profesor que transmite datos y teorías. Debe ser un acompañante que transmite, sobre todo, su experiencia, sus vivencias, convirtiéndose entonces en compañero de camino. Lo mismo que, como decimos, un Hospitalario es un peregrino que guía y sirve a otros peregrinos, el formador debe guiar y servir al hospitalario en formación.
6) Un servicio con creatividad y decisión
Podemos recordar el episodio de la curación del paralítico de Cafarnaún. (Ver tema pastoral del año 2005).  Jesús rodeado de un mar de gente, que es imposible cruzar. Unos voluntarios llevan en su camilla a un paralítico con el decidido deseo de acercarlo a toda costa a Jesús, para que lo cure. Son personas inteligentes e ingeniosas aquellos cuatro amigos. No tuvieron miedo a los problemas que podría crear su “ocurrencia” de abrir un boquete en el tejado. Buscaban dar satisfacción al gran deseo del paralítico, poniéndolo a los pies de Jesús. Fueron creativos y decididos porque tenían la fe cierta de que el Maestro podía hacer algo por su amigo paralítico. Consiguieron, incluso, más de lo que querían: Jesús manifestó su compasión y su poder curando el alma y el cuerpo del paralítico, y las buenas gentes glorificaron a Dios.
7) Un servicio como cultura del dar
Ser voluntario para servir en la Hospitalidad y la peregrinación puede limitarse a unos días al año, quizás solo a los días de la peregrinación.  Pero esto pude ayudar a adquirir un hábito, una manera de obrar que se convierta en una experiencia cotidiana de servicio a los necesitados.  Se da entonces vida y forma concreta a un proceso que podemos llamar “la cultura del dar”.
La cultura del dar es la cultura del Evangelio, es el Evangelio mismo. “Dad y se os dará"  (Lc 6,38).
De este modo se llega al núcleo de la experiencia de servicio, que es el don de sí mismo, don del tiempo, don de las propias energías, don de los propios conocimientos y experiencia para mejorar el servicio, don de los brazos y el corazón, como decimos en Lourdes, para acoger a todos, principalmente a los enfermos, a los discapacitados, a los débiles, a los pequeños.
Y sabemos bien que el don, la entrega llegan a ser recíprocos. “Recibimos más de lo que damos”, es el testimonio constante de los voluntarios de Lourdes.
8) Un servicio en comunión
La comunión, que tanto se pone hoy de relieve en la Iglesia, es una realidad que se ha de vivir a todos los niveles, para que sea el antídoto del individualismo y del relativismo, que avanzan a pasos agigantados en la forma de vivir de la gente.
Ante todo, está la comunión con el grupo eclesial del entorno y, en nuestro caso, con el conjunto de cuantos participan en la vida de la Hospitalidad y en la peregrinación, desde que se prepara hasta que se lleva a cabo e incluso después.
Está, además, y no es menos importante, la comunión con las personas responsables de la dirección y organización. Comunión que debe ser mutua, y que no siempre es fácil. No se trata solo de dar directrices y de ponerlas en práctica sino, sobre todo, de un diálogo sincero, de una corresponsabilidad y de “llevar los unos las cargas de los otros”, como dice San Pablo.
Hoy es muy importante la comunión entre generaciones. Entre los voluntarios de la Hospitalidad se puede dar también el desajuste y hasta la ruptura entre generaciones. Si hay comprensión y amor entre las generaciones, brotarán frutos abundantes para el voluntariado tanto de los jóvenes como de los mayores.
9) Un servicio impregnado de espiritualidad eucarística y mariana
 “Lourdes es el mayor trono de Cristo-Eucaristía en el mundo”, según palabras del Papa San Pío X.
El Santuario de Lourdes, mariano por excelencia, tiene a la Eucaristía como centro y cumbre de todas sus celebraciones. Misas, procesión eucarística, tiempos de adoración: El Señor, enseñándonos y haciéndonos ver siempre su entrega por nosotros; el Señor, Buen Samaritano de nuestra humanidad herida, que ilumina y fortalece a quienes siguen sus pasos en el servicio voluntario a los hermanos.
Con todo, Lourdes es lo que es por la Santísima Virgen. Todo comenzó con Ella y todo se mantiene y sigue adelante por Ella. Ella invita, atrae, acoge y acompaña a cuantos vienen a Lourdes. Ella los orienta y los lleva de la mano al encuentro con Jesucristo su Hijo. Ella, la peregrina de la fe, es como la Hospitalaria que nos lleva a ese encuentro. Ella inspira y alimenta tantas visitas a la Gruta, donde se respira su presencia. Ella inspira la oración intercesora de unos por otros, especialmente entre enfermos y voluntarios. Ella da sentido a ese desgranar constante del rosario en tantas manos.  Después de su Hijo, Ella es la voluntaria por excelencia, desde su “Hágase”, como esclava del Señor, hasta convertirse en Madre nuestra, llena de compasión y misericordia, al pie de la Cruz.
El Papa Juan Pablo II llamó a María, “Icono del voluntariado cristiano”. Que Ella renueve y afiance en todos la vocación y la entrega como hospitalarios, peregrinos al servicio de los peregrinos. 

P. Teótimo González, omi

Coordinador de la pastoral en lengua española

Lourdes, noviembre de 2009


miércoles, 9 de octubre de 2013

Testimonios de la peregrinación (IV)

Desde la cárcel de Zaballa (II)


Hola amigos
Como sabéis hemos estado 4 días de peregrinación en Lourdes y la verdad es que ha sido muy emocionante. Había oído muchas veces de este Santuario pero nunca había tenido la ocasión de ir hasta allí. Me recordó mucho a cuando era niño e iba con mis padres al Santuario de los Milagros (Ourense). Se celebra todos los años el 8 de septiembre. Mi abuela, que en paz descanse, me contaba que de niño tenía muchas verrugas en las manos. Fuimos allí un año y le pasó un pañuelo por el manto de la Virgen y, poco a poco, se me fueron quitando de las manos. No sé si eso influiría pero de lo que no dudo es de la buena intención y el cariño hacia mí de mi abuela.

Al principio fui a Lourdes un poco cortado porque no conocía a casi nadie, pero poco a poco, viendo el ambiente festivo que había y muchas personas que, a pesar de sus limitaciones, iban dispuestos a disfrutar y pasárselo bien, vas cogiendo confianza y te lo pasas bien.
Sabían todos que estábamos presos pero no pusieron pega por ello, al contrario, nos trataron todos muy bien y nos daban ánimo y cariño.
Me quedé impresionado al ver a gente de tantos países distintos disfrutando del encuentro con la Virgen de Lourdes y lo bien organizado que tenían todo y la de cosas que podías hacer en un día.

Lo que más me gustó fueron las procesiones porque ahí participábamos absolutamente todos y lo hace muy emocionante, como llevar el palio y atravesar toda la plaza por medio de miles de personas.
Y la de la noche con las velas todas encendidas y antorchas. Fue apoteósico viendo allí desde lo alto a toda la gente. Decían que había cerca de 30000 personas.

Yo creo que realmente el milagro es ese, sentirte bien contigo mismo y olvidarte por unos días de todos los problemas que tienes y vivir intensamente entre todos una fiesta cristiana y emotiva.
Y sobre todo, que estás siempre ocupado y entretenido en ayudar a los demás que no pueden. Ellos a cambio, te ayudan con una sonrisa de agradecimiento que te hace sentirte útil.

Es una experiencia muy positiva para mí que os recomiendo a todos llevarla a cabo.

MUCHAS GRACIAS A TODOS POR CONTAR CONMIGO

Antonio Garrido Estravis.




martes, 8 de octubre de 2013

Testimonios de la peregrinación (III)


Desde la cárcel de Zaballa

Antes de empezar mi testimonio de la experiencia vivida en Lourdes, quisiera agradecer a la Hospitalidad Nª Sª de Lourdes de la Diócesis de Vitoria y a todas las damas y camilleros, especialmente a Asier, que si no es por él, no estaría contando la experiencia que he vivido en estos días. También mi agradecimiento al Obispo y los curas.
Para mí ha sido algo muy emocionante y nuevo. He sentido que he hecho un trabajo útil para la sociedad, ayudando a los ancianos/as. Al ver la alegría en sus ojos me llenaba de emoción.
Vivimos aquello como nadie. Ver gente de todas las nacionalidades conviviendo en armonía, prestando ayuda unos a otros.
Sobre el paso por la gruta, la señora que había llevado yo me comentó sobre qué iba a pedir y rezar: por sus hijos y su enfermedad. Aquello me conmovió bastante.
En la piscina no pude entrar, porque no tenía intención de bañarme, pero la gente que lo hizo me comentó que nada más salir de la piscina ya estabas seco.
Al portar el palio me sentí muy importante porque es la primera vez que estaba tan cerca de un obispo y estar en el centro de atención. No hay precio en este mundo ni palabras para contarlo.
Disfruté llevando a las señoras a hacer las compras porque nos lo pasamos muy bien, porque allí intimamos mucho; ya saben: la curiosidad, preguntas, charlas, mi procedencia y por qué una persona maja como yo  estaba donde estoy…
La misa internacional me contentó porque pude pedir por todos mis amigos, familiares y conocidos para que Nª Sª de Lourdes les ayude en sus problemas que están pasando.
Gracias por toda esta experiencia que he vivido y que disfruté como un niño con zapatos nuevos.
​​                                                                                                                   Dorival Amadu Seide Bà

La Hospitalidad en Radio María


Queridos amigos, atendiendo a la invitación de un querido compañero y conductor del programa de Radio María “El Dios de cada día”, el próximo viernes día, 11, a las 10,30 horas de la mañana, dicho programa estará dedicado a nuestra Peregrinación.

            Hemos querido que en él se reflejara el sentimiento y vivencias de varios de los componentes (enfermos, hospitalarios, sanitarios y sacerdotes).

            Para los que no sepáis la frecuencia, en Vitoria se coge en FM 95,30.

            Esperamos que sea de vuestro agrado, pues con esa intención y con la de dar a conocer nuestra Hospitalidad, se ha hecho, pero ya sabéis de nuestras limitaciones, pues todos somos humanos.

            Nuestro más cordial saludo y os seguiremos manteniendo al corriente de todos los pasitos que vayamos dando.


                                                               María Jesús.



viernes, 4 de octubre de 2013

El blog de la hospitalidad



Una nueva y buena noticia para todos


        La hospitalidad se pone al día en su comunicación. Se adapta a los tiempos de hoy. Es una alegría que se ponga al servicio de todos a través de su blog. Vamos a beneficiarnos sobre todo los hospitalarios y los que participamos en la peregrinación diocesana  a Lourdes. De esta manera los enfermos y mayores pueden, y quizá, a través de otras personas, conectarse e informarse sin tener que usar ni teléfono ni intermediarios. Será otra forma más de  servicio y de  comunicación para los que quieren estar al corriente de los programas, proyectos, propuestas, peregrinaciones, informaciones, etc...     Muchas veces nos vienen las dudas de fechas, de programas, de acontecimientos que organiza la hospitalidad. Ahí encontraréis la correcta información que buscáis.

        Este medio de comunicación puede crear más relaciones, más unión, más colaboración y despejar incógnitas que siempre beneficiará tanto a la HOSPITALIDAD DIOCESANA DE VITORIA como a todos vosotros usuarios. Además es la ocasión para dar a conocer la hospitalidad, su carisma y el anuncio de la espiritualidad mariana del santuario de Nuestra Señora de Lourdes.

        Con la alegría que supone el disponer de un blog y esperando que sean muchos los que se conecten y  nos visiten, un cordial saludo del consiliario de la hospitalidad y director de la peregrinación diocesana de Vitoria a Lourdes.



Serafín del Campo



miércoles, 2 de octubre de 2013

Testimonios de la Peregrinación (II)

Amaia Pérez de Eulate, Jesús Cardero y Josean Baroja (Apdema)

La Peregrinación con enfermos a Lourdes fue del 12-15 de septiembre de 2013.
A las ocho y media salimos de Vitoria 5 autobuses  con peregrinos y enfermos con dirección a Lourdes.
En la mitad del camino hicimos dos paradas para descansar y comer. Una vez que llegamos Lourdes,  ayudamos a los enfermos a llevar las maletas a la residencia y luego fuimos al hotel a dejar las nuestras.
Las tareas que realizamos fueron ayudar a los enfermos en las actividades de la peregrinación y además participamos en los actos religiosos misas, rosarios, Vía Crucis, procesión con las velas, etc.
A mí lo que más me ha gustado es el paso por la piscina, la misa en la gruta y en la iglesia y el trato con la gente y los enfermos. Aunque ya había estado anteriormente en Lourdes también me ha gustado esta vez.
Con la compañera de habitación, Angela, lo he pasado muy bien así como con el resto del grupo.
No me gustó la catequesis, era aburrido.


Ha sido una experiencia positiva, no tiene nada que ver con ser hospitalero. Lo que más me ha gustado ha sido el paso por la gruta y cuando nos metimos en la piscina que sales completamente seco. Eso me ha impresionado mucho.
Lo que menos me ha gustado es que hemos tenido muchas misas, la misa del último día para mí fue muy pesada. Duró más de dos horas y estás mucho tiempo de pie.


El jueves 12 de septiembre partimos de Mendizorroza hacia unos pueblos de Álava para recoger gente. Ya recogido el personal, partimos hacia Ordizia. Allí hicimos una parada de 30 minutos. Después de tomar un aperitivo, retomamos rumbo a Lourdes.
Al llegar a Francia, la primera labor que nos asignaron fue bajar todo el equipaje. Después tuvimos que esperar para ayudar a las personas enfermas  para ir al hospital. Luego nos fuimos con las maletas al hotel. Allí las cenas son distintas que en el País Vasco porque se cena mucho antes.
Para mí es la primera vez que atiendo enfermos, no es lo mismo que peregrinos en los albergues del Camino de Santiago. Pero sobre todo es que todo es religioso. Te emocionas porque te pasan por la mente todos tus seres queridos.
Para mí el segundo día fue el más emocionante porque conocí  en persona al Obispo de Vitoria-Gasteiz, D. Miguel Asurmendi, y tuve la suerte de confesarme con él todos los pecados cometidos. Me pegué una gran llorera, pero me quedé bien satisfecho.
Me apunté a hacer muchas cosas. Por primera vez me desnudé para bañarme en la piscina y quitarme todos los males (dolores de espalda). Luego estuve en dos actos litúrgicos vestido de monaguillo: la procesión de las antorchas que vamos con velas y en la eucaristía general.
Se conoce mucha gente, se hacen muchas relaciones.
El sábado por la tarde estuvimos con los enfermos y les ayudamos a hacer compras. También tuvimos tiempo libre y cuando terminábamos nuestra tarea, un hospitalario nos invitaba a almorzar.

Si el tiempo  nos  lo permite, repetiremos. Gracias de todo corazón. 

Testimonios de la Peregrinación (I)

Ni siquiera lo pude imaginar, no tenía nada,
me sentía sola aunque estaba rodeada de gente,
perdida, sin nadie a quien recurrir, y sintiéndome así,
entre lágrimas de desesperación, una
noche mandé un mensaje de socorro, y cuál fue mi sorpresa,
me respondieron varias personas,
pero hubo una que además me llamó y me dijo "ven con nosotros a Lourdes".
Le contesté que no
podía ser, estuvimos hablando y me dijo:
"prepara la maleta, nos vamos el día 12". Por mucho que
le expuse ella me lo rebatió. Y llegó el día 12, me sentía fuera de lugar 
y más perdida que una liebre en un estadio.
Nos subimos al autobús y empecé a sentir algo extraño:
PAZ de espíritu; esa sensación ya no me abandonó en todo el viaje.
Aún la siento.

He pasado unos días inolvidables, de mucha emoción,
había leído mucho sobre Bernardita y la aparición de La Virgen,
pero estar en el lugar donde todo sucedió,
no se puede decir con palabras, yo soy creyente aunque no practico mucho,
pero en Lourdes he visto muchas cosas y experimentado otras en persona.

Fui allí con LA HOSPITALIDAD en calidad de enferma,
y el apoyo y el cariño que he recibido de personas que no conocía de nada,
me han llenado de esperanza, ahora sé que no estoy sola,
que hay mucha gente como yo y aún peor,
y mucha gente dispuesta a ayudar sin recibir.
Los que van a Lourdes es por un motivo (la entrega a los demás)
no solo es cuestión de FE que también,
es ese sentimiento que recorre cuerpo y alma cuando pones los pies en esa
SANTA TIERRA,
no importa el idioma porque nos entendemos solo con la mirada,
todos vamos por lo mismo (encontrar consuelo);
unos lo encuentran rezando, otros ayudando a los demás,
otros hablando con la gente, pero nadie vuelve de vacío.

A mí me ha impactado la labor de las damas, los camilleros,
el cuerpo médico, los sacerdotes,
Y la organización en general, su entrega y dedicación en cuerpo y alma,
ayudan a la gente y curan sus almas dándoles tanto amor 
que sus heridas corporales parecen desaparecer.
Son personas increíbles, aunque estén agotados siempre tienen la sonrisa,
o una palabra de cariño, una caricia, un beso y sobre todo mucha paciencia.
A todos ellos y ellas quiero darles las GRACIAS por todo, 
sois maravillosos, y aunque cuando los vea por Vitoria no recuerde sus nombres
siempre los llevaré en mi corazón y espero formar parte de ellos algún día.

GRACIAS

                                                            Basi.