Ni siquiera lo pude imaginar, no tenía nada,
me sentía sola aunque estaba rodeada de gente,
perdida, sin nadie a quien recurrir, y
sintiéndome así,
entre lágrimas de desesperación, una
noche mandé un mensaje de socorro, y cuál fue
mi sorpresa,
me respondieron varias personas,
pero hubo una que además me llamó y me dijo
"ven con nosotros a Lourdes".
Le contesté que no
podía ser, estuvimos hablando y me dijo:
"prepara la maleta, nos vamos el día
12". Por mucho que
le expuse ella me lo rebatió. Y llegó el día
12, me sentía fuera de lugar
y más perdida que una liebre en un
estadio.
Nos subimos al autobús y empecé a sentir algo
extraño:
PAZ de espíritu; esa sensación
ya no me abandonó en todo el viaje.
Aún la siento.
He pasado unos días inolvidables, de mucha
emoción,
había leído mucho sobre Bernardita y
la aparición de La Virgen,
pero estar en el lugar donde todo sucedió,
no se puede decir con palabras,
yo soy creyente aunque no practico mucho,
pero en Lourdes he visto muchas cosas
y experimentado otras en persona.
Fui allí con LA HOSPITALIDAD en calidad de
enferma,
y el apoyo y el cariño que he recibido
de personas que no conocía de nada,
me han llenado de esperanza, ahora sé que no
estoy sola,
que hay mucha gente como yo y aún peor,
y mucha gente dispuesta a ayudar sin recibir.
Los que van a Lourdes es por un motivo (la
entrega a los demás)
no solo es cuestión de FE que
también,
es ese sentimiento que recorre cuerpo y alma
cuando pones los pies en esa
SANTA TIERRA,
no importa el idioma porque nos entendemos
solo con la mirada,
todos vamos por lo mismo
(encontrar consuelo);
unos lo encuentran rezando, otros ayudando a
los demás,
otros hablando con la gente,
pero nadie vuelve de vacío.
A mí me ha impactado la labor de las damas,
los camilleros,
el cuerpo médico, los sacerdotes,
Y la organización en general, su entrega y
dedicación en cuerpo y alma,
ayudan a la gente y curan sus
almas dándoles tanto amor
que sus heridas corporales parecen desaparecer.
Son personas increíbles, aunque estén
agotados siempre tienen la sonrisa,
o una palabra de cariño, una
caricia, un beso y sobre todo mucha paciencia.
A todos ellos y ellas quiero darles las
GRACIAS por todo,
sois maravillosos, y aunque cuando los vea por Vitoria no
recuerde sus nombres
siempre los llevaré en mi corazón y espero
formar parte de ellos algún día.
GRACIAS
Espectacular y llega al corazón este testimonio. Por cosas como estas merece la pena todo el trabajo de la peregrinación.
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