miércoles, 12 de febrero de 2014

LOURDES EN VITORIA


            Día lluvioso y desapacible el que amaneció en Vitoria el día de la festividad de Ntra. Sra. de Lourdes. A lo largo del día, muchos nos asomábamos a las ventanas a ver si se despejaba el cielo, incluso los había, que estaban pendientes de las noticias de la radio, sobre todo los que tenían de venir de alguno de nuestros pueblos.

            Y llegaron las siete la tarde. Para esa hora, la Parroquia de Santa María ya estaba a rebosar de fieles que iban a rendir tributo a nuestra Madre. Enfermos, unos en sus sillas de ruedas y otros por sus medios, peregrinos, hospitalarios y fieles en general rezaban en una iglesia presidida en su Altar Mayor por una preciosa imagen de la Vírgen, y en una esquinita, el representante mudo de nuestra Hospitalidad, nuestro estandarte.

            A la entrada, en la plaza cubierta por las obras de la Catedral, daba la bienvenida a todos nuestra Virgencita, la que allá por el año 2.005 compró la Hospitalidad con donativos de los asistentes a la Peregrinación y cuya primera salida a las calles de Vitoria fue un pequeño recorrido desde la Plaza del Machete hasta la Parroquia de San Miguel y que en aquella ocasión estaba acompañada por un Misterio del Rosario de los Faroles que con gran cariño nos había cedido la Cofradía de la Vírgen Blanca.

            Preciosa, custodiada por camilleros, sonreía a todo aquel que se acercaba a Ella y que según dijeron fueron muchos, incluso recibió el regalo de un centro de flores precioso.

            Tras la Novena y la Eucaristía presidida por el sacerdote, también hospitalario, D. Rubén Martínez, nuestra Vírgen volvía a procesionar por el Casco Viejo vitoriano. Más de doscientas personas le acompañaron por esas calles estrechas y solitarias a esas horas, pero arropada por el amor de todos los que a su lado íbamos y por un enorme plástico para protegerla de la lluvia.

            Un pequeño recorrido que terminó en la Plaza de Santa María con el canto de la Salve Popular y el agradecimiento a todos los asistentes.

            La celebración terminó con un pequeño ágape compartido en un ambiente de serena camaradería y amistad y con la satisfacción de haber celebrado un día más la festividad de Ntra. Sra. de Lourdes y con la intención de institucionalizar la procesión.

            Desde el Consejo de la Hospitalidad queremos agradecer tanto a la Parroquia de Santa María, con D. José Angel al frente y a Rubén, así como al resto de sacerdotes y diáconos que han participado en la Novena, Eucaristía y Procesión, sin olvidar al coro que nos deleitó con sus voces y a todos los fieles que asistieron a los actos. También agradecemos a la Cofradía de la Virgen Blanca su colaboración, prestándonos en esta ocasión las andas para el soporte de nuestra imagen y su asistencia.

            Para todos, todos, MUCHISIMAS GRACIAS. Nos volveremos a encontrar en las siguientes convocatorias. Mientras tanto, que Ntra. Sra. de Lourdes vele por todos nosotros.